IRA / CÓLERA
Lo primero que debemos entender es que la ira o cólera es una emoción básica y natural al ser humano. Es normal sentir ira frente a la frustración, la envidia, los problemas, la injusticia o la agresión. Se dice también que toda conducta asociada con este sentimiento es el resultado de una necesidad no atendida. Esta emoción viene acompañada de cambios físicos (aumento de la presión arterial, respiración, tensión muscular, etc.) así como psicológicos. Es más, en muchos momentos nos ayuda.
El problema viene cuando esta emoción se hace muy frecuente o es constante, cuando aparece de forma desmedida frente a situaciones banales o cuando repercute en nuestros lazos familiares, relaciones sociales o el trabajo entre otros. La ira generalmente como se ha dejado entrever es reactiva a una situación, pero puede ser parte de algún trastorno, enfermedad o dependencia que debe ser diagnosticada y tratada. Cabe resaltar que ira no es sinónimo de agresión aunque pueda desencadenar en esta última.
-Lo primero que hay que hacer es reconocer la ira, tomando conciencia de lo que estamos haciendo: sus causas y consecuencias, cómo repercute en nosotros y en los demás. Esto no es fácil, pero es primordial para el cambio.
-Tomando conciencia deberíamos identificar qué cosas son las que nos producen cólera o ira. No caigamos en la trampa de pensar que los demás o las situaciones deben de cambiar: somos nosotros los que nos sentimos atacados, frustrados u ofendidos. La vida tiene y tendrá reveses. Hay que identificar y cambiar la forma en que los tomamos.
-Lamentablemente no todas las situaciones en la vida son como quisiéramos, pero si tienen solución aunque no sea la que esperamos. Entender esto nos ayudará no sentir frustración que nos lleve a la ira.
-Cambiemos las frases que revelan pensamientos de todo o nada, de blanco y negro. Tanto respeto al problema como cuando nos dejamos llevar por la ira: “nunca cambiaran las cosas” “siempre me pasa a mi” “nunca haces nada bien”. Cambiar lo que decimos a mediano plazo cambiara lo que pensamos. Esto también aplica para los insultos o la agresión verbal. Lo que dijo Gandhi funciona también en sentido inverso: “cuida tus pensamientos porque se convertirán en tus palabras…”.
-Practica ser más asertivo. Al principio cuesta, pero con el tiempo va saliendo con mayor naturalidad. Escucha primero y concédete un tiempo para pensar lo que vas a decir.
– Ejercita la respiración. Se trata de hacer ejercicios de respiración profunda (diafragmatica) parte de tu rutina diaria, para que cuando los necesites puedas utilizarlos con facilidad para calmarte. Unos pocos minutos diarios son suficientes para ir creando un hábito. También puedes entrenar con ejercicios de relajación como los de Jackobson
– En la misma línea que lo anterior practicar la meditación es de ayuda. Existen diversas formas. A nivel científico en los últimos 20 años el Mindfulness ha demostrado buenos resultados. Pero también puedes buscar ejercicios espirituales, como los Ignacianos u otro tipo de meditación que se acerque más a tus creencias y valores.
Debemos entender que la persona que se deja llevar por la cólera sufre y hace sufrir. En situaciones puntuales vale hacer un “tiempo fuera” y permitir que la persona que está con ira se calme. En una discusión con una persona cercana, no se trata de demostrar que uno tiene la razón, pues en una discusión ambas partes siempre creen tenerla. Se trata de llegar a un concierto que favorezca a todos.
Si la ira se repite con frecuencia, si deja paso a la agresividad, si las causas son cada vez más banales y la persona que la sufre no se da cuenta, hay que buscar ayuda especializada (como un psiquiatra o un psicoterapeuta). Si de fondo existe una enfermedad o un trastorno mental esta más que indicado buscar a un psiquiatra.
Comentarios
Publicar un comentario