Tratamiento Psiquiátrico No Voluntario
Es frecuente que las personas con alguna discapacidad mental o con algún diagnóstico psiquiátrico hayan recibido, alguna vez en su vida algún tipo de tratamiento medico o farmacológico.
Los tratamientos llamados "involuntarios" son los impuestos a una persona que de alguna manera es coaccionada, incapacitada o peligrosa. Por ejemplo, el tratamiento involuntario se justifica cuando se descubre que un paciente es una amenaza inminente para su propia seguridad o la de otro (ideación suicida u homicida), ya sea que el paciente retenga o no la capacidad de tomar decisiones.
Sin embargo, en la atención de salud conductual, la discusión del tratamiento involuntario por lo general se detiene ahí, faltando aspectos éticos cruciales de la voluntariedad. Lo que se pasa por alto son las posibilidades que un paciente puede haber expresado anteriormente un deseo de ser tratado en crisis, o existe evidencia convincente de que el paciente estaba viviendo con éxito en la recuperación y querría seguir haciéndolo. Si tales hechos existen, entonces las intervenciones que se enmarcan como involuntarias son en realidad otra cosa.
Dicho tratamiento debe considerarse "no voluntario" porque, aunque el consentimiento informado explícito puede ser imposible de obtener ya pesar de las negativas de tratamiento del paciente, el clínico puede razonablemente asegurarse de que los valores previamente expresados del paciente justifican el tratamiento. El concepto de tratamiento psiquiátrico no voluntario reconoce que un paciente puede haber tenido valores racionales que fueron afectados por una enfermedad mental. Este reconocimiento es particularmente destacado en el primer episodio de psicosis, por lo que la autonomía individual es superada por una enfermedad grave emergente.
El concepto de tratamiento "no voluntario" proporciona una clasificación más precisa de ciertos casos en los que hay razones para creer, a pesar de la resistencia externa del paciente, que el paciente hubiera aceptado el tratamiento. En otras palabras, los tratamientos no voluntarios no son una violación de la autonomía del paciente, sino que respetan y sirven para restaurar la autonomía. La determinación de la duración apropiada del tratamiento no voluntario es un asunto separado y complicado. Los profesionales de la salud psiquiátrica y conductual, los encargados de la formulación de políticas y los defensores deben repensar su uso del término "involuntario" a medida que se desarrollan nuevas leyes que incluyen formas éticamente aceptables pero coercitivas de tratamiento de salud mental cuando las personas se beneficiarían y aceptarían atención médica.
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